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Writer's pictureKaren Fischman

Está bien no siempre estar "bien"

Vivimos en una cultura que favorece el mantenernos activos, productivos y alegres. Nos vemos rodeados de medicamentos y técnicas que, aunque beneficiosas para algunos, existen con la premisa de que debemos combatir la depresión y mantenernos siempre “arriba”. Pero así como el árbol necesita de raíces para florecer hacia el cielo, o la Tierra necesita alejarse del Sol para volver a acercarse, la vida natural se mantiene con un movimiento oscilante. Todo lo que baja, sube; todo lo que sube, baja. La depresión expresa este movimiento natural hacia “abajo”, y nos trae un mensaje que necesitamos escuchar.


Si nos acercamos a oír, a veces es un deseo por una vida distinta, otra carrera, otro camino u otras relaciones. La depresión nos conecta con esa necesidad de sentido, de pertenencia y propósito. A veces nos expresa agotamiento por las presiones externas, y el cuerpo comienza a “de-presionarse”: a funcionar más lento, aislándose para recargar energías, volviendo el foco hacia adentro. A veces nos recuerda aquella pérdida, y nos ruega encontrar aquello que nos haga enamorarnos de nuevo: un trabajo, un hobbie, o una relación. En otras, la depresión nos avisa de aquellas necesidades que están carentes: el ser vistos, sentirnos validados y amados por lo que somos.


Cual sea la forma que la depresión adopte, se nos presenta como una añoranza por <más>, por más libertad, pasión, propósito y conexión. Por sentirnos vivos. Es el mensajero que nos conecta con nuestra verdadera -y olvidada- esencia.






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